miércoles, 3 de septiembre de 2008

Tina

TINA:
El escondite en la casa siempre era en lo más oscuro del cuarto. Tina nos entretenía a todos jugando a encontrarnos. Debajo de la cama nos escondíamos solos con ella. Tina era amable, era de piernas hermosas y le gustaba usar minifalda, por eso era que a nosotros lo que más nos gustaba era jugar con ella, aparecer dentro del armario y que nunca nos encontraran. A mi madre ni se le pasaba por la cabeza por qué éramos felices con ella. Un día Tina dispuso irse, agarró sus pertenencias y salió sin despedirse, solo nos dibujó una sonrisa cómplice, ya nunca la volvimos a ver hasta que por esa misma calle por donde se fue apareció con marido y tres hijos. Ya Tina ni nos pelaba, se veía enamorada y feliz, entretejiendo la vida matrimonial con la vida a cuestas. Tina se volvió a ir, esta vez para siempre. Hoy la veo pasar por la calle, apenas me alza a ver. Sola camina, sin familia ni felicidad, su figura se diluye entre el sopor de la calle y la soledad de la existencia, ya no jugamos a encontrarnos, el pasado se quedó escondido en el armario de la memoria.

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